CAPITULO VII
DE LOS NATURALES DEL LUGAR Y SUS CURIOSOS ATRIBUTOS DISTINTIVOS
Sigue la minuciosa crónica haciendo referencia en especial a una de las tribus que poblaban la zona, fundamental por su riqueza etnográfica diferenciada.
"Para el mejor servicio de Vtra. Mgd. trabé amistad con los indios que se dicen Curiyú[1] o Curiyúes, que marchan a las órdenes del Cacique Mb'qmanguer. Estos indios son muy altos y blancos y tienen el cabello muy largo y trenzado y revuelto en la cabeza, son muy membrudos, andan desnudos en cueros y tapadas sus vergüenzas con unos taparrabos que le llegan hasta los tobillos, como ello ha menester en razón del voluminoso paramento. Esto lo certifico a Vtra. Mgd. por el Dios verdadero que yo no lo creyera si no lo viera, así como por el testimonio de otras muchas personas hábiles y experimentadas con quienes pude platicar sobre este detalle y me supieron dar razón de lo que les preguntara".

"En llegando a donde nuestro general estaba después de haberle dado el parabién venido a aquella tierra y otras muchas pláticas que pasaron dijeron a Garay que el cacique Mbq'manguer se holgaba que hombres tan esforzados vengan a su tierra, como le han dicho que somos y que deseaba mucho conocer a nuestro rey, él que también era rey por ser el hijo más dotado del gran cacique Uh-Mbq’manguer".
En cuanto a las creencias religiosas podemos advertir la existencia de un mundo sobrenatural aterrador dominado por una deidad dual que representa el principio creacional a través de la conjunción de la actividad y el reposo. Una vez más el imperecedero choque de culturas puede apreciarse en el siguiente pasaje.
"E estando departiendo con el cacique Mbq'manguer y sus sátrapas nos anotició de sus creencias y de los complicados rituales con los que adoraban a un ser mitad humano, mitad felino, con la cintura circundada por una gran serpiente de dos cabezas, y luego nos dijo que desde el principio acá adoran a sus dioses y los tienen por buenos. El general visiblemente entristecido les dijo que para cumplir con lo que nuestro rey y señor nos envió a estas partes, hemos pasado muchos mares e remotas tierras, solamente para les ver e decirles cosas que les serían provechosas cuando las hayan entendido, doliéndose nuestra cesárea magestad de la perdición de las ánimas, que son muchas las que aquellos sus ídolos llevan al infierno, donde arden en vivas llamas, y por eso nos envió para que no adoren aquellos ídolos ni consientan sodomías ni robos y más les dijo que el tiempo andando enviaría nuestro rey y señor unos hombres que entre nosotros vivían muy santamente, mejores que nosotros, para que se lo den a entender y otras muchas cosas tocantes a nuestra santa religión fueron dichas, sin que se avinieran a renunciar a su ídolo de repugnante dimensiones".
En lo atinente al lenguaje, cuadra expresar que si bien todas las lenguas indígenas habladas en el país eran originariamente ágrafas, es decir, no poseían escritura, sabemos que habían llegado a un grado de abstracción suficiente como para la representación ideográfica a través de pinturas de vivos colores que realizaban en cueros y vasijas rudimentarias. Fiel al mandato real, nuestro cronista se esforzó por guardar el recuerdo de los ritos, vestidos y demás ornamentos que acostumbraban a usar los naturales, acompañando su relato con unos dibujos que mandó hacer.
"He tenido cuidado de que fueran pintados para poner, hasta donde yo pueda, ante los ojos de nuestros hombres, las cosas pasadas, las costumbres y todo género de portentos que suelen practicar".
Desafortunadamente de esos dibujos, que formaban parte de la primera relación que Díaz de Carreras le envió a Felipe II, nada quedan. Agravando el extravío, aún permanece sin hallar el cuaderno iconográfico que confeccionara el cosmógrafo bávaro Paul Damian Regen Hersteller (1583-1635)[2], denominado "Authentischer Indianer Entwirft" (Diseños Indígenas Auténticos) mediante el cual ordenó y numeró una cantidad apreciable de imágenes simbólicas. Sin embargo y más allá de la pérdida, ha sobrevivido el más famoso de ellos, que al parecer estaba relacionado con cierto curioso juego ecuestre de los indios y que es conocido como el Anagrama RH 69, cuyo epígrafe en alemán reza "Der venaden frike-friken al trotten". El sacerdote y polígrafo franco-lusitano Eber Gagrosse (1516-1595), compañero de ruta de Fray Tomás del Hurtado Hoyo, traduce "La gacela sorprendida en su buena fe, pero contenta".
Sin embargo, preanunciando en muchos siglos lo que sería luego la glotocronología, técnica que permite reconstruir el mapa del pasado lingüístico, el cronista vascongado efectúa una ajustada ponderación de la bella lengua de los mangueras.
"Composición feliz y fecunda de las dicciones y en esto no cede a la lengua del griego, parece admirable que entre gentes tan incultas y bárbaras apenas se encuentre una palabra impuesta inconsideradamente al significado, sino que casi todas fueron adaptadas a las cosas con tanto tino y prudencia que, oído sólo el nombre, suele llegarse a las naturalezas que eran de saberse o investigarse las cosas significadas".
© Pablo Martínez Burkett, 2005
[1]Junto con los avipones o abipones, los curiyú se han extinguidos. Hasta el descubrimiento de estas crónicas, de ellos nada quedaba salvo el nombre con el que se conoce a la boa contrictor más grande de la Argentina, que habita en las cercanías de los espejos de agua y que llega a medir tres metros de longitud en los ejemplares adultos.
[2]Este es uno de los tantos alemanes que incursionaron por esta parte del Plata, junto con Ulrich Schmidl(c. 1510-1581 ?), aventurero alemán, sargento arcabucero de la expedición de Pedro de Mendoza y primer historiógrafo de las regiones rioplatenses según consta en el prólogo de la edición de 1938 de su obra "Derrotero y viaje a España y las Indias”. Otra obra de real valía es la Florian Paucke S.J.(1719-1780) quien fuera enviado a evangelizar a los mocovíes en la reducción de San Javier; quien tras la expulsión de los jesuitas se radicó en Bohemia y escribió "Hacia aquí y para allá" y "Una estadía entre los indios mocovíes 1749-1767", ilustrándola con dibujos coloreados que manifiestan su afición a las artes. Finalmente, entre los relatores de origen germánico conviene citar a Martín Dobrizhoffer S.J. (1718-1791) quien nació en Austria y pasó a América en 1749; escribiendo en Viena su "Historia de los abipones entre 1777 y 1782".